Cuando el 1 de Noviembre de 2010 por la noche mi test de embarazo marcó POSITIVO, un cúmulo de sensaciones vinieron a mi. Como me sentía desbordada, lo único que se me ocurrió hacer fue echarme a llorar y decírselo a mi consorte claro, pero al compartir la noticia con él, me quede súper decepcionada: mi amantísimo esposo no creía en los Test de Embarazo (como el que no cree en los mediums, vamos) y esperaba confirmación por parte del médico o que en cualquier momento me viniera la regla y adiós al proyecto de baby.
Al día siguiente me fui a trabajar con la noticia de mi embarazo, la incredulidad de mi consorte y los miedos propios de un estado desconocido y nuevo para mi, así que decidí que lo mejor que podía hacer era seguir llorando, iba por la calle llorando, llegué al trabajo llorando y pasé el resto del día llorando, nada salía como había previsto, debería estar dando saltos de alegría pero no, ese día fue un continuo llorar.
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